Algunos escriben acerca del mal porque es todo cuanto conocen. Son cronistas de la maldad. Otros, narran con una curiosidad malsana que difícilmente oculta su admiración. Si pudieran encarnarían a sus personajes, aunque carecen del valor para hacerlo. Unos pocos, como Dostoievski, Nietzsche o Coetzee lo hacen estimulados por el deseo de conocer a losSigue leyendo «La nieve sucia de Simenon»